A menudo cuando la vida nos sobre pasa y en ese momento y por solo una fracción de tiempo logramos escaparnos de esa interminable neblina que ciega nuestros ojos y anestesia nuestros sentidos para luego caer víctimas de ese bucle que nos atrapa como zombis en una actualidad tan artificial… nos percatamos de la realidad la única.
El tiempo lo único que nos da registro de una existencia de la posibilidad de poder sentí, amar, olvidar, superar, sufrir, extrañar, todas existentes en nuestras realidades. piezas ineludibles e inherentes al ser humanos que encajan como piezas, como engranajes en un reloj, las cuales en conjuntos, hacen una pieza perfectamente calibrada. perfecta, exquisita obra de arte que demuestra que una cosa no puede funcionar sin la otra, tal cual como son: el amor, el dolor, el olvido, envejecer, todo parte de un todo e irónicamente un sinónimo del concepto del tiempo un artefacto finamente creado para traducir y volver de alguna manera tangible, para poder entender aquello tan enorme, tan grande que solo nos damos cuenta cuando notamos arrugas frente al espejo, en la pesadez, en la madurez de nuestras palabras, en nuestra forma de pensar, de sentir…
Lo que quiero expresar con este conjunto de obras es que: Todo tiene su tiempo...
Todo es parte de un todo y todos formamos un todo. Realidad o ficción, la vida es el teatro en el que actuamos sin saber, así como el agua hace mella en las rocas, el tiempo en nuestras vidas, nuestros cuerpos, nuestras mentes y corazón, el tiempo el único testigo de nuestras efímeras existencias…
Palabras de una amiga:
"Encantador y emotivo trabajo. Poético desde los colores, las luces, las sombras, las miradas, los silencios. El rojo y su intensa pero delicada presencia atemporal. El tiempo y sus variantes plasmadas en trazos tan delicados. Un cuerpo que invita y convoca a ese instante presente. La musicalidad del cuerpo. Y esa captura de texto, esa pequeña ración que tanto nos dice y revela. Gracias!"